Algunos días de noviembre (Inspector Mascarell 11): Un crímen en el mundo del espectáculo

UNO DE LOS PILARES BÁSICOS DE LA NOVELA POLICÍACA ESPAÑOLA J ordi Sierra i Fabra es uno de los autores más prolíficos en idioma español. Catalán. Ronda por los primeros años de su setentena. Es conocido de todos los educadores y docentes de habla hispana por su literatura infantil y juvenil. Reconocido por su medio centenar de premios literarios nacionales e internacionales. Sus obras se han traducido a treinta idiomas. Su compromiso ético y social se proyecta allá a donde llega nuestro idioma… Por esas cosas raras de la vida que cada cual conoce de la suya, llegué a su obra tarde y lo hice a través de los episodios de intriga que protagoniza su expolicía que ejerció en tiempos de la república, Miquel Mascarell. Y llegué poco antes de la aparición de esta otra serie del detective que ejerce durante el pleno franquismo, Hilario Soler. Y ahora, quizá por los tiempos que corren en los que se cree que se ha descubierto el mundo feminista, Sierra i Fabra, veterano en mil partidas desde sus publicaciones, nos regala esta vez una heroína para añadir a esa serie de protagonistas femeninas investigadoras como la Ana Martí de “El gran frío” y “Don de lenguas” de Rosa Ribas y Sabine Hoffmann, por citar algo conocido y de calidad. Esta investigadora, que se nos presenta en esta “La conspiración del coltán” es Magda Ventura, presentada en la contrasolapa como periodista de investigación de cuarenta y dos años que pone su vida en juego para llegar a la auténtica verdad de sus trabajos como investigadora. Si de la pluma de Sierra y Fabra salieron personajes para novelas infantiles y juveniles que pasaron al cine y a la televisión, el propio autor reconoce que ninguno para el lector como Mascarell. Y es que el exinspector Mascarell y su ya mujer Patro se hacen querer, y nos traen el recuerdo de la España (Barcelona) de los cuarenta y cincuenta. Por cierto que en la tercera novela del Inspector Soler, este tiene un encuentro –supuesto año 1963- con este Mascarell que con sus 80 años pasea con su hija de unos quince, lo que nos alegra porque todavía Miquel Mascarell puede seguir desovillando madejas con los principios fundamentales de la Justicia y su peculiar forma de hacer. Tal vez esta Magda Ventura compañera de publicaciones de Mascarell y del Inspector Soler sea con ellos una más en la lista española de investigadores españoles que satisfacen a los lectores como el Carvalho de Vázquez Montalbán y el Méndez de González Ledesma o la teniente de la Guardia Civil Lucía Utrera de Francisco Bescós.

ALGUNOS DÍAS DE NOVIEMBRE El lector que sigue las peripecias del exinspector republicano Miquel Mascarell está ya a la espera del duodécimo volumen de su colección. Espera con ansia para seguir aquellos años cincuenta, a una década larga de la finalización de la contienda civil, en el entorno de la Barcelona que el exinspector había conocido, antes del confinamiento a que fue sometido a cambio de la pena de muerte; eran los tiempos en que vivía con su mujer Quimeta y con su hijo. Ahora, después de su indulto a los ocho años y medio de estancia en el Valle de los Caídos, el entorno político y social es distinto. Para abreviar en lo posible la espera de esta nueva entrega, siga el lector para estar actualizado –aún estamos en la ficción en noviembre del año 51- que Miquel sigue teniendo el empuje de la vocación de policía que le truncó la guerra, vive con Patro que atiende la mercería con la dependienta Teresina y vive los primeros tiempos de madre de una niña, Raquel. No muy convencido, Miquel ha aceptado la oferta de su amigo de circunstancias Fortuny y colabora con él en la Agencia de detectives de la que es titular en ese entorno barcelonés y español de los tiempos de la dictadura. Novelas de intriga y descripción sociológica del país. Recordar la historia reciente. Argumentos policíacos en un marco histórico. Miquel, el policía republicano –ni comunista ni anarquista-, esta vez en el mundo de las varietés, del teatro, del cine. El texto de la narración resulta directo, oportuno en la gran inventiva de situaciones y detalles. Sigue haciendo memoria histórica aunque, a veces, se suelta el pelo en repeticiones innecesarias en la medida que el lector se cree menos constreñido en sus manifestaciones diarias, por lo que ve en el entorno.