Loreto tiene un secreto que se le ha hecho bola. Le cuesta mucho compartirlo y se siente muy sola. Ella, en el fondo, lo quiere contar, pero no sabe ni por dónde empezar. Menos mal que siempre tiene en quien poder confiar.
Marta reparte sus besos como ella decide y no siempre es a quien se los pide. Algo muy normal, si te paras a pensarlo, aunque algunos adultos no acaban de aceptarlo.