A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

Si Wallace Stevens ironizaba, o si dogmatizaba, o si epataba, o si aseveraba tendría su opinión. Pero la poesía y el dinero solo forzando mucho los argumentos han ido de la mano. Muy cogida con pinzas me parece la cita de Wallace Stevens.

A mi trabajo acudo, con mi dinero compro con gozo hasta que desde Luis Muñoz y Cristina Mirando pago y subvenciono a poetas perfectamente conocidos para el stablishment del compilador y gratamente desconocidos para el lector. Y donde acaba esa gratitud es en el momento en que se mete de modo oportunista a una serie de enchufados confiados en medrar...Algo muy humano, si bien algunos no han producido más de tres libros en veinte años y tal vez un premio efímero. Esta gran editorial e interesante Vaso Roto quizás ha sido poco selectiva con los susodichos. Cada cuerda tiene a los suyos, pero aquí se ha tensado demasiado con poetas de tallercito literario, subvenciones municipales, amistades personales y méritos de relleno. Pablo García Casado por méritos indudables esta figurando entre los prolíficos para que en ese relleno de efímeros no se note tanto la excesiva generosidad de incluir a los otros. Aunque, en un libro sobre Poesía y Dinero siendo justos es donde mejor caben pues nada hay más antipoetico que el dinero. Un libro con hombreras y postizos en sus últimos poemas.