Lejos y nunca son unas coordenadas imprecisas. ¿A donde y en que momento escapar cuando el mundo que creiamos haber construido solido y estable se descubre fragil, hostil, doloroso?
No se escuchan los tambores la primera noche que se llega a Fort-Liberté. Ni siquiera la segunda.. hay que ser haitiano y muy negro para no sentir el escalofrío que produce escuchar la letanía de percusiones.. como la tormenta.