Hay un niño que mira, hombres dignos pero sin agallas, parejas en armas, emigrantes sin retorno posible. Hay en París una buhardilla helada pero feliz, y calor en un teatro esperpéntico.
La poesía de Eduardo Kahane se sale de las clasificaciones al uso, en ella convergen otros idiomas y literaturas, así como las migraciones y sus obligadas metamorfosis. La habitan figuras de lo real y de lo concebido, geometrías que...