Un hombre, un marino, esconde su timidez y sus limitaciones para relacionarse con el mundo refugiándose en las mujeres hasta convertirse en un embaucador, provocando que se unan sus víctimas para castigarle.
Simbad existió. Yo, marino de profesión, puedo asegurarlo. Escribo como Simbad porque me siento en él reencarnado. Yo, que he sido varias veces devorado por el mar y por los monstruos que en él moran, os confío mis memor...