Como si se tratara de un ser vivo cuyo corazón late, los autores han intentado, con la palabra y con la imagen, captar en la ciudad cada uno de esos cincuenta latidos que se anuncian en el título.
Solo un personaje salido, y aquí reinventado, de la genialidad del gran Quevedo podría atreverse a rimar en clásicos sonetos sobre todo ese ancestro culinario andaluz. Literatura y cocina se dan aquí la mano y se hermanan para...
Este es, quizá, el libro de uno de los últimos románticos. Plenamente identificado con aquel espíritu, el autor se ha introducido en el complejo mundo de las serranías rondeñas para plasmar todas sus sensaciones,...