Entre el derrubio estético, moral y económico de la Revolución de Octubre sobrevive un joven que se incorpora a la diplomacia soviética consciente de su inadecuación a los tiempos.
Hoy en día los únicos escritores vivos son los clásicos, por estar muertos. Por estar muertos son inalcanzables a la criminal estupidez de la corrección política. Pero sólo Dios sabe cuánto durará...
Que el tiempo carcome a las putas de una manera especial lo corrobora ese aire de cansancio y de invierno que se les pone encima cuando abandonan la profesión. Esa delgada lámina de cera las vuelve inmunes a la degradación ordinaria...