Educar para la paz en la globalización

Tomando como punto de partida una concepción amplia de Cultura de Paz y enfatizando a lo largo de todo el libro el carácter ético de la misma, el autor explica la evolución que han tenido a nivel global la educación y la investigación para la Paz, así como lo que han aportado otros tantos pensadores y filósofos a lo largo de la historia. Con ello quiere dejar en claro la «base sobre la cual la cultura de paz se está renovando y construyendo, a través de un permanente esfuerzo colectivo e individual» (p.54). Aclara que para darle mayor vida a esta Cultura deben involucrarse las organizaciones políticas, sociales, económicas y éticas ya que una educación para la paz, en la era de la globalización, debe contribuir al ejercicio de las libertades, el cultivo de un corazón solidario y el entendimiento mutuo. Puesto que la sustentabilidad es uno de los principios éticos de la Cultura de Paz, señala como objetivos de una Educación pacífica y ecocéntrica: poner en entredicho la forma actual de producir alimentos y energías, buscar modalidades para armonizar el desarrollo industrial y tecnológico con la naturaleza y comprender que el planeta es nuestra patria-matria común. Señala también el impacto que ha provocado la cibercultura en el estilo de vida de las comunidades humanas e invita a reflexionar de qué manera la tecnociencia puede contribuir a promover condiciones vivir en paz. Como desafío, plantea que «las personas implicadas en tarea educativas, tenemos el importante reto de reinventar la paz en el actual contexto lleno de artificios, de instrumentos y tecnologías, pero vacío de dirección y objetivos éticos». Finalmente, tras enumerar algunas iniciativas que se han realizado en diferentes momentos y contextos en torno a la danza, la música, el teatro o el cine, el autor comparte con el lector una propuesta de sensibilización que se diseñó en Venezuela para despertar el interés sobre la necesidad de fomentar la cultura de paz en medio de una sociedad sumergida en la violencia.