Escribir una carta, o recibirla, es indicio de que todavía palpita un deseo consciente de preocuparse por los acontecimientos y de interesarse por las personas que tendrán que sobrevivirlos a nuestro mismo lado de la historia.
Hablamos de la guerra sin saber si se puede expresar algo que no tiene cabida en el pensamiento. Y no se trata aquí de tamaño, sino de la carencia de unos contornos definibles y aprehensibles. De un rostro que pueda mirarse de frente. La...