Luz que se escapa

Autorretrato en prosa, relatado en tercera persona por un narrador omnisciente (espejo al que se asoma el autor o no) y que transcurre como una línea continua e ininterrumpida, trazada sobre dos únicas coordenadas cambiantes: el espacio (los lugares) y el tiempo (el presente y el pasado). Y entre ambas fluye, inaprensible e inalcanzable, el eterno vector de la luz que aquí, como si se tratase de plasmar, ya sea inconsciente o intencionadamente, el principio cuántico de incertidumbre, es una magnitud escurridiza e ingobernable que huye hacia atrás, con la certeza dolorosa de que la memoria está llena de muerte, de la imposibilidad de regresar a un lugar apacible, a alguien que mereció la pena conocer o amar, y con la esperanza de que quizá la felicidad consista en aceptar la vida así, sin más, y con todos sus menos.