Soy un gato

Soy un gato nos adentra en el realismo japonés y podrás viajar a la era Meiji para así ver cómo eran sus habitantes a través de los ojos de un gato callejero que es más filósofo que gato. El autor intenta hacernos ver que, aunque Japón en aquella época afirmaba que todo iba bien, se estaba corrompiendo por el occidentalismo, la arrogancia y la superficialidad del sistema feudal. Gato, pues nuestro protagonista no tiene nombre, observa a su amo, familia y amigos desde una posición privilegiada, pues nadie parece reparar en el pequeño felino. Y, si lo hacen, es más para despreciarlo que para otra cosa. No es el primer libro que leo del autor y sabía qué tipo de pluma tiene. Lo que no esperaba es que esta historia me fuera a resultar tan aburrida, tediosa, pesada y plana. Y no es que en sus otros libros utilice una forma diferente de escribir, no. Es que no he podido aguantar leer páginas y páginas (30 o 40 en un solo capítulo) sin diálogos, con un leguaje monótono sobre un señor que bebe sake y filosofa sobre trivialidades. Es cierto que esperaba leer sobre la vida de un gato y no sobre la de su amo. Este está muy humanizado (intelectualmente hablando) y utiliza la ironía a la perfección. Sin embargo, mucho he sabido sobre los humanos y muy poco sobre nuestro protagonista.