Cuando estábamos vivos

Si leemos “Cuando estábamos vivos” sabiendo que se trata de una novela de autoficción nuestra percepción de la historia cambia. Nos ocurre como al comienzo de la película en la que aparece escrito: “Basada en un hecho real”. Abrimos mucho los ojos y nos interesa vivirla, vivenciarla. El cosquilleo de la certidumbre nos empuja a verla con mayor atención. Es como si esa experiencia también pudiese haber sido nuestra. Comenzaré por decir lo que no es “Cuando estábamos vivos”. Como diría Javier Marías al definir el género en boga al que pertenece la novela. “Cuando estábamos vivos” no es una autobiografía, no es un diario, no es un acta notarial, no es una biografía, no es un ensayo novelado, no es una novela pura donde todo es imaginación. Pero también es todo eso. Es literatura”. Y así se percibe de principio a fin. Al estar escrita en primera persona, de forma testimonial y contemplar varios narradores que ofrecen su punto de vista sobre la misma vivencia, su autora, Mercedes de Vega, nos dibuja una historia poliédrica que crea eslabones entre lo real, lo deseado y lo imaginado. Sin embargo, esta multiplicidad de narradores puede resultar farragosa hasta que el lector se familiariza con ellos. Es una historia emocional que se enmarca en el Madrid de la II República. La historia de una aristócrata madrileña, Lucía Oriol, casada con un camisa azul, Roberto Arzúa de Farnesio, pero que vive un amor adultero con un empresario de origen judío, Francisco Anglada, que marcará para siempre su existencia. Recomendable si te gustan las grandes historias de amor y renuncia, donde el peso recae en la figura femenina y su visión trágica del amor. Las referencias históricas son continuas y nos llevan a rememorar grandes episodios de la historia de nuestro país (El ascenso de Primo de Rivera, el papel de la mujer antes y después de su derecho al voto, Clara Campoamor, Azaña, el fascismo italiano, los Pactos de Letrán, la soberanía de la Santa Sede, Mussolini, Hitler, el Diario Arriba, los almacenes SEPU, los masones, la Organización Internacional de mujeres sionistas ..) Tanto en la visión de los personajes como en sus formas de actuar y sus orígenes aparecen reflejadas las diferencias entre el mundo obrero y el burgués, con sus temores y sus ambiciones. Aunque de forma estereotipada, marcando un abismo irreconciliable entre ambos mundos. La autora también recupera la historia de la huída del pueblo judío y su interés por mantener la estirpe y la identidad. Pero sobre todo, es la imagen trágica de la Guerra Civil Española la que tiñe toda la historia de amor entre sus protagonistas. Sin embargo, la novela adolece de alardes literarios y el ritmo es pausado. Solo se acelera en la última parte, tras el estallido de la Guerra Civil. Además, la autora realiza varias anticipaciones desvelando en ocasiones el desenlace de los personajes. En definitiva, nos encontramos ante una historia dramática con personajes apasionantes, bien definidos, descritos y dibujados, que esconden pasiones no resueltas y permanecen atados al pasado como si una indestructible cadena les impidiese desprenderse de él. Una novela recomendable si te apasiona el Madrid de los años 30 y 40 y las fronteras de la pasión, el amor, la locura, la identidad y la religión.