Marcas en el camino

Es muy buen libro, es un canto a la esperanza en Dios (éste visto desde una visión ecuánime y en absoluto contundente y de respetar la libertad de la experiencia o realidad religiosa de cada lector o ser humano). Nos habla de una libertad en acción, de unas consideraciones de la realidad subsumida en otras realidades o formas de percibirla/as. A su vez, esas notas que nos deja el segundo mandatario oficial de la ONU son una guía de conducta y de pensamiento que tiene reminiscencias en la mística castellana, en el panteísmo, en el estoicismo de Marco Aurelio (hablo para mí), en autores o poetas suecos preferentemente -y de otras nacionalidades-, en los Salmos del Antiguo Testamento (que son un canto a la belleza, a unas afirmaciones o lecturas que te llegan al corazón y te inspiran), en conceptos superiores como el perdón, el amor. En definitiva, me extraña no haber dado hasta ahora con un comentario sobre este enjundioso estudio de la personalidad humana que hace este gran hombre que nos dejó este legado místico insondable. O por lo menos, no he tenido la ocasión de encontrar o de leer las críticas oportunas. Fue y es de lo mejor que estoy acabando de leer en todavía en mi vida.